¿Vale la pena pagar por renovar TU tarjeta de crédito?

Hoy más que nunca y en medio del corte de gastos la gente debe preguntarse si vale la pena pagar la renovación de la tarjeta de crédito, sobre todo TU tarjeta de crédito. Pagar por algo que no nos sirve o no brinda una contraprestación que tiene valor para nosotros es lisa y llanamente tirar el dinero a la basura. Si bien habrá gente que estará contenta mostrando una AMEX Platinum por el solo hecho de mostrarla, podríamos decir que el objetivo de la persona es mostrar algo que el metal o plástico puede ofrecerle… vaya uno a saber, ¡pero los hay!

Ahora bien, la renovación de la tarjeta de crédito para muchos está por venir o ya ha llegado y la pregunta se renueva, ¿Vale la pena pagar el costo anual de la tarjeta? Es decir, ¿Qué estamos obteniendo y en el futuro cercano que podemos predecir que nos representará valor?

Ayer hablamos de que las tarjetas de débito comenzaron a ofrecer beneficios en muchísimos países, lamentablemente algunas de esas tarjetas de débito premium también están atadas a cuentas bancarias del mismo nivel, lo que significa pagar por un servicio con más prestaciones que muchas veces nadie utiliza. ¿Cuándo fue la última vez que utilizaste una chequera? ¿Realmente necesitas una cuenta con descubierto de alto interés? ¿Inviertes o solo compras moneda extranjera en meses impares?

Aquellas tarjetas de crédito que aparecen como bonificadas al abrir y mantener una cuenta bancaria en forma de paquete suena muchas veces como un gran negocio hasta que agarramos la pala y nos ponemos a revisar los números. Rara vez el paquete de cuenta + tarjeta tiene sentido a comparación de hacerlo por separado. No solo por el costo que puede tener lógica, sino que entre la lista sábana de servicios por los que pagamos, una gran parte simboliza la nada misma. Insisto, ¿Cuántos de ustedes utilizan el acceso a fondos de inversión privada de su cuenta premium? Es más que lógico que en caso de invertir lo hagan a través de otros medios o compañías y no de su banco.

Los ejemplos sobre renovar la tarjeta de crédito

Al final de cuentas la reflexión es para ayudarlos a ahorrar. Hoy día me encuentro en modo preparación respecto de qué tarjetas voy a renovar y cuales cerraré o rebajaré a una versión sin costo. Hablando de la AMEX Platinum, ¿De qué me servirá mantener el costo anual de $550 si los principales beneficios están relacionados al servicio al viajero? Los $200 de reembolso en aerolíneas se vuelven inútiles, los accesos a lounges incluyendo el Centurion es casi una quimera, las categorías de élite las obtengo por otro lado y poco las utilizaré.

Llamé a AMEX con meses de anticipación, aún no ofrecen nada. Pero hay rumores de que en mayo actualizarán su lineup. Por el momento los $15 mensuales de Uber pueden ser aprovechados en Uber Eats, pero eso es todo. Jamás me tiembla el pulso si tengo que rebajar o cerrar la tarjeta de crédito porque no se ajusta a lo que necesito o la cuenta de costo/beneficio queda fuera de foco.

El ejemplo de arriba aplica a cualquier persona sin importar el costo anual de la tarjeta, ya que a menos que tenga una tarjeta sin costo anual, pagar por una línea de crédito debe darnos un beneficio más allá de poseer la capacidad de gastar a crédito. Beneficios en forma de millas, protecciones que no podemos obtener con débito, la posibilidad de ingresar a salones VIP, descuentos en supermercados, lo que fuera. La idea es que la diferencia de los costos que nos cobra el banco menos los beneficios que recibimos tiene que empatar o superar para nuestro lado.

Imaginemos aquellos que requirieron su tarjeta de crédito a principios de marzo saboreando esa bebida de coco que irían a tener en sus manos en aquella playa paradisíaca del caribe o en el medio del océano Índico. Los puntos de bienvenida estaban a su merced… hasta que COV19 llegó para abofetearle las ilusiones: perdió el trabajo, canceló sus vuelos y aún no le reembolsan el dinero y se queda con una tarjeta con la cual quizá ni siquiera llegue a obtener los puntos de bienvenida. Imagen áspera.

O bien podemos poner el ejemplo de un individuo que ha mantenido su tarjeta Signature por más de dos o tres años para obtener accesos a salas VIP con la aerolínea, cupones de upgrade, estatus de élite, todos los beneficios necesarios para viajar un poco mejor y más. Su renovación está al caer y tienen claro que viajar será un imposible por al menos un año. ¿Pagará por el placer de mantener beneficios que no utilizará?

Renovar la tarjeta de crédito ¿Sí o no?

Estatus de élite, noches de hotel gratuitas, cupones de upgrade, protección de equipaje, seguro médico de viajero, Priority Pass, membresía de salones VIP de aerolíneas, acumulación de millas, descuentos en compra de millas, todos beneficios de tarjetas de crédito que muchas veces se apilan uno encima del otro. Muchos de ellos no tienen sentido alguno en este momento y quizá tampoco en el futuro mediano/largo para muchos.

Negociar con el banco una rebaja, reembolso o bonificación en el costo anual de la tarjeta de crédito es una buena idea. Hacer las cuentas respecto de si hay posibilidad de obtener suficientes beneficios como para justificar el costo de renovación de la misma es una estrategia sólida. Pagarla a ciegas y mantener beneficios que solo aparecen en papel y son inutilizables puede volverse un agujero en el bolsillo.

Las tarjetas de crédito de viajeros y las premium tienen un costo elevado acorde con los beneficios o servicios que ofrecen. Cada situación es diferente pero es un gran momento para evaluar su portafolio de tarjetas de crédito y revisar que tanto daño hace en su presupuesto familiar.

Las opciones como en más de una ocasión hemos mencionado: rebajar la categoría de la tarjeta de crédito -ejemplo de Signature a Classic-, negociar con el banco el costo anual, cambiar de producto a uno sin costo anual o uno menor y con cashback u otro beneficio más mundano, o cerrar el producto.

Las millas de muchas aerolíneas están en la cuerda floja, como es el caso de LifeMiles de Avianca. Pero no es la única ya que LATAM ya venía con problemas financieros y papá Delta no creo que pueda ayudarlo demasiado. El rojo es para todos, pero miren sinó a Virgin Atlantic y Australia, están fritas.

Los pases de Priority Pass del 2020 podrán darlos prácticamente por perdidos. Algunos salones VIP no abrirán o limitarán a cierta capacidad su ingreso, dejando afuera a incluso más clientes de lo normal.

Los pocos vuelos disponibles estarán jugados con su capacidad, las aerolíneas no desprecian ni un pago de USD 10 por un asiento que de otra manera se iría vacío. No existe el distanciamiento social en los vuelos, porque a decir verdad que dejen el asiento del medio vacío es más una acción de teatro que de realidad ya que el ancho del mismo no llega a los 50 cm. Por último, esperar distanciamiento social en un ambiente en donde viajan casi 200 almas y respiran un aire reciclado durante horas es un tanto disparatado. ¿A dónde voy con este punto? Los cupones de upgrade, la categoría de élite y otros beneficios al viajar, competimos con pocos pero muchos a la vez.

Actualmente tiene sentido mantener puntos flexibles con múltiples aerolíneas para transferir pero también utilizables directamente en categorías de viaje (hoteles, vuelos, paquetes), o convertibles en cash back o reintegro en el resumen. De esta manera es mucho más fácil justificar y calcular el retorno vs el costo de renovación de la tarjeta de crédito.

De las protecciones y beneficios, los más valiosos me arriesgo a decir que son la protección de compra, el precio garantizado, la garantía extendida y el seguro de devolución.

Conclusiones

Justificar en 2020 el costo de renovación de la tarjeta es muy difícil. Al final del día es solo la posibilidad de gastar a cuenta y de obtener servicios o protecciones que de otra manera son más costosos o no están disponibles. Pero de nada sirve pagar por algo que está virtualmente inutilizable. Renovar o no la tarjeta es una decisión íntima y personal que solo puede ser analizada individualmente basado en su propia situación, pero este es un momento oportuno para hacerlo sin el ruido de todos los días.

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