Hotel Baldinini, un descanso extendido en las playas de Rimini, Italia
Cuando pensamos en las playas de Italia como extranjeros no pensamos precisamente en Rimini, pero hacia allá fuimos y nos alojamos en el Hotel Baldinini, un hotel de 4 estrellas emplazado directamente frente a la playa en donde una estadía original de 2 días se transformó en 4 días de descanso total.
No conocía Rimini, de hecho, fué la primera vez que visité esta ciudad costera del Adriático. Esto lo hicimos tras cancelar días en Venecia, una ciudad ya repetida en mi cuerpo de viajero, y vaya si fué una gran decisión. Cambié sobrepoblación de los pasillos venecianos y la caminata en otra ciudad italiana por 4 días enteros de puro descanso y un aire de vacaciones locales.

Originalmente habíamos reservado 2 noches con puntos bancarios que ofrecían 50% adicional de bono al utilizarlos. De hecho, como contamos en algún otro artículo, estas vacaciones extendidas se realizaron enteramente con puntos y millas, a excepción, claro está, de los consumos del mismo. Llegamos al Hotel Baldinini guiados por la curiosidad, la cercanía al mar y las fotos que ofrecían online y vaya que no decepcionó.
¿Qué encontramos en Rimini?
A decir verdad, aquellos que pasen por Rimini encontrarán una reminiscencia a las ciudades costeras argentinas como Villa Gesell, Pinamar, San Bernardo y otras ciudades aledañas en cuanto a la estructura de la ciudad misma. Las diferencias comienzan al llegar a la playa.
Las playas son prácticamente privadas en casi toda su extensión y tan solo dejan al público una porción de la misma para sentarse sin pagar por una sombrilla y un set de sillas reclinables. La arena es blanca y fina, lo cual fué una sorpresa y el cálido mar en donde podemos disfrutar del verano es verde y turbio en su color como el de Vietnam. Por otra parte, unas escolleras de piedras actúan como un límite para las olas y las personas, sin embargo a pesar de esto pude ver peces nadando a mi alrededor.

Históricamente no hay mucho para ver, pero eso no le restó puntos en mis ojos. A la ciudad de Rimini podríamos describirla como una ciudad que va en línea recta pegada al mar. Podemos caminar horas por los más de 15 kilómetros de playa por la avenida principal de día o de noche y nos encontraremos con hoteles, gelaterías, restaurantes y bares.
Si bien fuimos a finales de junio y principios de julio, habíamos advertido de que de alguna manera la tranquilidad de la ciudad se transforma completamente en algún momento de julio y se vuelve una ciudad-fiesta donde rusos, alemanes, y otros ciudadanos de países del este deciden volar hacia Rimini para disfrutar de sus vacaciones. Lo que nos tocó a nosotros fué precisamente lo que buscábamos, tranquilidad.
El Hotel Baldinini de Rimini
El Hotel Baldinini es una propiedad boutique de 4 estrellas que está completamente renovada y tiene un restaurante que se diferencia de todos los que están en al menos 2 kilómetros a la redonda. Con esto quiero decir que si bien hemos comido más que bien en prácticamente todos los restaurantes de la ciudad, no encontramos ninguno como el del Hotel Baldinini.

La propiedad tiene un Chef de día y de noche, el servicio es impecable con el personal utilizando un atuendo distintivo y la comida es refinada y con una presentación elevada.
Por otra parte, el acceso a la playa es directo a través del hotel y el bar-restaurante que posee y tanto en las habitaciones, como alrededor del hotel podemos disfrutar de áreas para sentarnos, descansar y ver la gente pasar si así lo deseamos. El estacionamiento es gratuito y está pegado a la propiedad, esto facilitó nuestra estadía ya que pudimos dejar el auto ahí mismo sin tener que estar al pendiente.

La habitación en Rimini
La habitación que nos ofrecieron en el Hotel Baldinini estuvo mejor de lo que esperábamos. Si bien veníamos de pasar por el Palazzo Montemartini y el hotel Waldorf Astoria Rome Cavalieri, ambos en Roma, por poner dos ejemplos, este boutique hotel se sentía cómodo y moderno.
El espacio era claramente reducido debido al espacio físico que ocupa el hotel, y a comparación de las propiedades alrededor, era claro que el espacio en general tiende a ser mejor utilizado que las habitaciones-suite de los hoteles en donde nos alojamos en otras ciudades.
Más allá de la cama queen, la habitación contaba con un baño amplio, la caja de seguridad infaltable, una televisión y aire acondicionado como era de esperarse. Puedo atestiguar que debemos estar mal acostumbrados en Estados Unidos respecto del aire acondicionado, pero en esta visita al país italiano fué donde más noté la diferencia en la utilización del sistema de refrigeración. El aire en este caso se maneja de manera centralizada desde la recepción, por lo cual, si sienten que hace mucho calor deberán comunicarse con la recepción.
Obtuvimos un espacio para los 4 días que contaba con un balcón privado en forma de L que recorría varios metros de la propiedad con vista a las calles de Rimini, lo cual fué muy entretenido de noche cuando cerraban el tránsito y las calles se llenaban de transeúntes que disfrutaban de su noche de vacaciones.
El Hotel Baldinini por dentro
La propiedad es pequeña, es un hotel boutique, pero en el frente podemos encontrar un doble lobby con sillones exteriores para disfrutar de ver la gente pasar o bien interno y con aire acondicionado en donde podemos elegir bebidas del bar si así lo deseamos.
Al final de la propiedad y pegado a la playa encontramos el restaurante del Hotel Baldinini con un área cerrada con aire acondicionado y otra cubierta pero al aire libre con vista directa hacia las playas y el mar Adriático. Elegimos esta última cada vez, mañana, tarde y noche.
No solo eso, sino que el dueño de hotel y su hermano, fanáticos del Inter de Milán y de Diego Milito, escucharon que teníamos ganas de comer pulpo. Uno no pensaría que un restaurante agregaría algo al menú porque un cliente lo desea, pero nos preguntaron para cuándo lo queríamos y sobrepasaron nuestras expectativas.
El chef vino incluso a preguntarnos cómo lo queríamos (grillado), nos sugirió algunas opciones y dejamos todo en manos de él. Lo que llegó a la mesa por poco me deja sin palabras, un kilogramo entero de pulpo para nosotros dos. No sabía si asombrarme por lo que teníamos enfrente nuestro, o por lo que pensé que iba a tener que sufrir a la hora de pagarlo.
En realidad ambas reacciones fueron exageradas, a pesar de que 1 kg era muchísima comida, no dejamos ni los rastros de que hubo un pulpo en el plato. Respecto del costo, pagamos un precio justo y con una sonrisa debido a que esto ni siquiera era parte de su menú, y lo disfrutamos.
El desayuno incluído
El desayuno fue típico de un hotel pero con un acento local y estaba incluído en la tarifa que pagamos (con puntos). Panificaciones, quesos, salames y jamones para los amantes de la sanguchería. Tortas, tartas, cereales y frutas para aquellos que desean algo dulce de entrada. Además, no podían faltar las mermeladas y los biscottis junto a variedad de jugos, café y tés.
La cereza del postre, mañanas brillantes y hermosas junto a la playa en este restaurante del Hotel Baldinini.

La playa privada (pero no del hotel)
Los diferentes balnearios compiten por clientes. En este caso decidimos alquilar la sombrilla y las sillas reclinables en la playa privada que estaba justo en la salida del Hotel Baldinini y diréctamente en la fila del frente de la playa. El costo por día va desde 15 hasta 18 Euros por día en este caso, pero otros balnearios tenían precios de uno o dos Euros más baratos.
Incluído en el costo estaban las canchas de futbol y volleyball, tabla de surf y otros accesorios que pueden utilizarse en tierra o en el agua. No todos ofrecen esto, y es por eso que -de acuerdo a la palabra de la gente de parador- cobran un precio superior. No tuvimos queja de eso más allá del hecho de que si llegas a las 4 de la tarde o a las 11 de la mañana te cobran un día completo.
Conclusiones sobre el Hotel Baldinini de Rimini
Esta fué sin lugar a dudas una experiencia diferente en un lugar que no esperábamos. Tanto disfrutamos nuestra estadía que duplicamos los días, de 2 a 4. No tengo más que palabras de elogios para la gente de hotel que nos trató muy bien y convirtió nuestros días en una estadía personalizada. Y para nosotros ahí estuvo la diferencia, estuvieron atentos con nosotros y decidieron salirse del libreto para ponernos a nosotros, los huéspedes, en el centro del escenario.
Sin lugar a dudas volvería a Rimini, y más precisamente al Hotel Baldinini. A tan solo 1 hora y media de Florencia, 1 hora de Bologna y 2 horas de Venecia, Rimini puede convertirse en una parada de distracción mental entre una ciudad y otra si están manejando en Italia.