Finanzas personales: Justificando una compra innecesaria

Tú, yo, todos lo hemos hecho y a menudo muchos de nosotros luchamos contra ello vigorosamente. Me refiero a cuando nos vemos justificando una compra que no es necesaria, una compra que puede arruinar nuestro presupuesto, mensualidad, frugalidad o incluso nuestro próximo objetivo.

Por lo general hablamos de cuestiones materiales que comienzan como una pequeña idea sobre una nueva TV, una máquina, un automóvil o incluso una herramienta de trabajo. A medida que pasan los días nos vamos haciendo la idea de que cada vez sentimos que la compra puede justificarse y tiene sentido. ¿Qué pasa al final? No hace falta adivinar. Terminamos comprando lo que ideamos en nuestra mente… pero nunca termina siendo lo que imaginamos. ¿Suena conocido?

Comprando lo que no necesitamos

Difícilmente las compañías puedan hacernos comprar algo que no queremos o no nos gusta, sin embargo, sí es probable que estas puedan impulsarnos a justificar una compra que no necesitamos (pero que probablemente nos llama la atención). Esto lo enfrentamos a menudo cuando vamos a una tienda o supermercado. ¿Alguna vez prestaron atención al abarrotamiento de artículos minoristas ofrecidos en la caja de pago? Esta es la última oportunidad que tiene el establecimiento de que nos llevemos una cosa más por tan solo $1. Ese tan solo $1 será miles o decenas de miles mensualmente multiplicado por el tráfico de gente que pasa por ahí.

También tenemos a quien decide que va a lavar su automóvil todos los domingos, sin tener en cuenta que en los previos 20, 25 o 30 años jamás llenó un balde con agua para siquiera limpiar una mancha en el vidrio, y por lo tanto comprará un kit entero que incluye todos los juguetes perfectos y de calidad para lavar el auto. Algo que no pasará de la primera vez, con suerte.

Cómo olvidarse del que decide que necesita un auto nuevo, 0km, modelo actual o del próximo año para atravesar el invierno sin problemas en la nieve que lo depositará en su trabajo de manera puntual. Esto sin olvidarse que en algún momento del año quizá necesite llevar a toda su familia de camping, o a un compañero de trabajo que quedó atascado ya que el automóvil no le arranca. Por eso necesita comprar una SUV con 3 filas de asientos y un motor V6 listo para manejar unos 10 km.

¿Nos suena conocido todo esto?

La manera de comprar reinventada (y sus peligros)

Aquí es donde podemos atar tres cuestiones fundacionales, los hábitos de consumo, el presupuesto hogareño y el uso indiscriminado de los medios electrónicos de pago (tarjetas de crédito, débito y online).

Si para aquellos con poco control sobre sus impulsos tener una tarjeta (débito o crédito) ya es un peligro financiero, el shopping reinventado de manera online es el tsunami que promete ahogarnos en deudas. Ya ni siquiera debemos acercarnos hasta la tienda, aburrirnos de chocarnos con gente y hacer una fila para esperar y pagar (con el riesgo de que compremos algo más en el último segundo).

Ahora agarramos nuestro teléfono, tablet o computadora de cualquier tipo y en pocos segundos habremos gastado $5 o $5.000 sin esfuerzo alguno y con la posibilidad de recibir en nuestra puerta todos y cada uno de los productos que justificamos.

Esto nos lleva al centro del artículo del día de hoy…

Justificando una compra innecesaria

Justificando una compra innecesaria

Olvidemos el ejemplo del chocolate al momento de pagar en el supermercado, ese gasto hormiga nos come poco a poco, pero la idea es además tomar conciencia de aquellas compras que terminan justificadas ya que nosotros mismos nos convencemos de aquello.

Si vuelven al artículo respecto de la creación de un presupuesto (tiene 3 partes) encontrarán que creo siempre necesario separar una porción del dinero que tenga un destino amplio como entretenimiento, compras innecesarias o cualquier cosa que nos de placer (legal, gracias). Es decir, poner a nuestra disposición un 10 o 15% de nuestro ingreso en cuestiones que nos hacen sentir mejor es necesario. Esta porción del presupuesto puede incluir compras conscientes, es decir, aquellas que deseamos o queremos y que no sobrepasan el límite de lo que nosotros establecemos como aceptable.

Al otro lado del espectro encontramos aquellas compras que justificamos como necesarias pero que tan solo forman parte de una auto convencimiento sobre una idea que no nos damos cuenta que está equivocada, hasta que nos llega la culpa. La culpa de haber acumulado más artículos innecesarios, aquella de haber gastado dinero que no teníamos o no debíamos utilizar en esto, o incluso la culpa de haber sentido culpa al momento de comprarlo. Dificil.

Básicamente vemos algo que nos llama la atención y comenzamos a buscar la razón por la cual es una buena idea obtenerlo. Volvamos sobre este punto como si apretáramos «rewind» en el control. El primer paso fue ver o encontrarnos ¿de casualidad? con el objeto, y luego buscamos la razón para obtenerlo. Este sería el momento clave para ponerle freno al impulso, de lo contrario probablemente siga lo siguiente:

Comenzaremos a debatir los pros y los cons de comprarlo y la culpa empezará a caer sobre nosotros. En algún momento dudaremos, daremos dos pasos hacia adelante y tres hacia atrás tan solo para darnos cuenta que la culpa venció. Al final justificamos la compra de lo innecesario.

¿Que sucede al final? Un final esperado y anunciado dos párrafos atrás. Todas las ideas y fantasías que armamos sobre nuestra compra terminaron destrozadas por la realidad. Nunca utilizamos el producto o servicio, o bien este no es lo que imaginamos que era, o nuestra habilidad de super persona no es precisamente cómo la veíamos en nuestra fantasía mental, o simplemente no nos dimos cuenta a tiempo de que lo que comprabamos era una idea de una película mas que de nuestra vida o situación.

Volviendo a lo mencionado anteriormente, si lo piensan en frío mientras leen el artículo, aquellas cosas que no nos molestaban o nos urgían mientras vivíamos nuestra vida normalmente, no deberían aparecer en la góndola de una tienda milagrosamente para cambiarnos la vida.

Aquel pelapapas electrónico no hará que nos volvamos un chef internacional si solicitamos delivery 5 veces a la semana. Comprar «ESA» bicicleta para hacer ejercicios que nos costará la mitad de nuestro salario probablemente no nos convierta en un modelo publicitario de una marca global si hace años que no hacemos más ejercicio que subir la escalera de nuestro edificio. ¿El nuevo modelo de automóvil que creemos que es una nave furiosa con un motor 1.4L? No nos volverá Schumacher y su Ferrari, ni debería si tan solo vamos a manera de casa al trabajo y para realizar movimientos domésticos como hacer las compras. ¿El ejemplo campeón del mundo de justificaciones innecesarias? La membresía del gimnasio al cual vamos 1 mes y luego dejamos para siempre… dejándonos un hueco en el presupuesto que gastamos innecesariamente.

Escapando a la justificación innecesaria

Conocer nuestro presupuesto y precisamente qué cosas deseamos. ¿Escríbanlas? Tenerlas presentes de manera visual es un método efectivo de cristalizar en nuestra mente nuestros objetivos. Recordarlos o revisarlos periódicamente probablemente nos mantenga enfocados en el camino.

Lo primero que tenemos que poner en claro es que si vamos a comprar algo primero tenemos que sentir la necesidad y visualizarlo nosotros, y dentro de nuestro presupuesto. Si la situación se da a la inversa, es decir, primero vemos el objeto y después lo ideamos es probable que estemos ante una compra injustificada o innecesaria lista para ser justificada con fantasías.

Si tenemos visualizado lo que necesitamos o queremos, primero deberíamos asegurarnos de que no tenemos ya entre nosotros algún sustituto que pueda cumplir la función eficientemente. Es decir, no necesitamos un auto con 20.000 km para ir y volver al trabajo, por lo tanto, si el nuestro tiene 100.000 km y nos dá pocos dolores de cabeza, claramente un auto no debería estar entre las prioridades de nuestro presupuesto. Puede que nos encontremos justificando una compra innecesaria como un automóvil más nuevo más veces de las que nos conviene.

Una estrategia efectiva a la hora de poner freno a nuestro impulso es sustituir el valor de la compra que obtendremos por un ingreso equivalente. ¿Queremos una nueva televisión con un valor de $500 pero ya tenemos una TV en casa? Busca una manera de generar $500 extra para pagarla de antemano. Enrolate en Uber, vende artículos antiguos (o tu vieja TV), encuentra una manera de ayudar a alguien y obtener dinero a cambio, o trabaja horas extra. Esto nos dará un sentido real del valor de cada artículo que deseamos obtener, poniendo automáticamente un freno al impulso, e imponiendo una cuota de satisfacción a cada nueva adquisición.

Justo antes de comenzar a justificar las razones de nuestr próxima compra pongamos las cosas en su lugar. Preguntémonos ¿Estamos comprando un producto en el que habías pensado anteriormente o en la idea del producto y como nos hará sentir? Si el producto vino antes que la idea o la necesidad, estamos ante una respuesta obvia, seguramente nos enfrentamos a algo que creemos que nos hará sentir de cierta manera, es decir, una fantasía.

Justificando el presupuesto personal

Justificar nuestro presupuesto personal debería ser la prioridad, es la base de la organización para la estabilidad del casa y el núcleo de personas que lo habitan. Nos impone límites, pero nos ayuda a ver los objetivos, aquellos más largos que a veces no podemos sentir ni tocar.

¿El segundo? Automatizar al máximo aquellas tareas financieras del hogar que no requieran nuestra intervención debería ser parte fundamental de nuestra liberación de pensamientos. La luz, el gas, la línea telefónica, los pagos de los resúmenes de tarjeta de crédito, préstamos, etc. Hoy en día, creo que mentiría si les dijera que no menos del 99% de estos ejemplos mencionados pueden ponerse en pago automático. Todo dentro de nuestro presupuesto. Si te encuentras a tí mismo justificando una compra innecesaria muy a menudo, es importante que vuelvas a centrarte en la pregunta sobre qué vino primero, ¿La idea o el artículo?

Por último, justificar las compras mayores (y menores) dentro de cada aspecto de nuestro presupuesto. Dentro de la categoría «limpieza» de nuestro presupuesto seguramente tendremos que comprar varios artículos mensualmente. La adquisición de una nueva aspiradora eléctrica, por ejemplo, debería ser una idea que nace de la necesidad y la libertad de obtener más tiempo, y no un impulso nacido en el medio de la compra de los víveres del mes.

¿Te acuerdas de la última compra innecesaria que has realizado? ¡Compártela con nosotros en los comentarios!

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